lunes, 30 de agosto de 2010

Somos justificados por la fe.

Desde niños nos han enseñado, a la mayoría de nosotros los latinos, a que extendamos la mano a otras personas que lo necesitan. Se nos enseña a compartir el pan con el hambriento, a dar alguna ropa al necesitado, a compartir un poco de dinero al que está en escacez extrema, etc.

Todas esas, llamadas "obras de caridad" son buenas, pero tenemos que entender que no son suficientes para llevarnos al cielo. Son obras que se hacen como producto de nuestra fe en Dios, la cual SÍ nos lleva al cielo. En el libro de Romanos, el Apóstol Pablo nos habla aunque sea en semilla de muchas de las "doctrinas básicas cristianas", es por ello que si usted quiere conocer realmente lo que es, lo que debe de hacer, y cómo debe ser un cristiano, debe leer sino estudiar éste libro que por algo es llamado entre los estudiosos de la biblia "La constitución del creyente".
Allí, por ejemplo, se nos hace ver que el creyente se salva por la fe (capítulo 1 y verso 17), no por las obras que haga.

Las buenas obras del creyente solamente son un reflejo, de su ya agradecido corazón para con Dios por el milagro de la salvación. Pero no son suficientes para llevarnos al cielo (de lo contrario para qué murió Cristo entonces), prueba de ello es que no podemos pensar ni mucho menos llegar a creer que alguien que se dedique a negocios sucios, ilícitos, pecaminosos, o contra la ley, haga buenas obras con el producto de un dinero que Dios NO BENDICE y por ello pueda entrar al cielo. Imposible. Meditemos.

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