sábado, 28 de agosto de 2010

No llamemos bueno a lo malo, ni malo a lo bueno.

En el libro de Isaías, Dios envía a éste a decirle al pueblo de Israel la razón de su molestia. En el capítulo 5 vemos lo que se conoce como una parábola (una parábola es una historia natural que nos muestra una lección espiritual).

En dicha parábola Dios asemeja al pueblo de Israel con una viña, una viña que ha sido guardada; cuidada con esmero; a la cual se la ha puesto toda la atención, pero ésta, no da fruto sino a cambio da uvas silvestres. Esto molesta a Dios y explica los motivos que hicieron que ésta viña que debía dar buenos frutos los diera malos y amargos. Emite varios ayes y cada uno es un motivo del mal fruto (que también lo hará en nosotros si los repetimos). Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez, en otras palabras el uso y el abuso del vino lastima a Dios y nuestra caminata; Ay de los que viven por vanidad, una vida ostentosa (y no pensar en los demás) no agrada a Dios; Ay de los que son sabios según su propia opinión, esto es vivir sin el consejo de Dios, sino creyendonos suficientes para tomar decisiones; Ay de los que a lo malo llaman bueno, y a lo bueno llaman malo.

Este último punto es de lo que más daño está haciendo hoy dentro de las personas, la sociedad, la congregación y la vida en general. Los mal llamados derechos humanos no son sino más bien "deshechos humanos", pues en ara de esos "derechos" hoy el criminal tiene más derechos y seguridad que los justos; los hombres y las mujeres se acuestan contra natura (vea Romanos 1) y lo llaman libertad; a la mentira le llamamos astucia; al engaño, compensación, etc. No llamemos bueno a lo malo, ni malo a lo bueno porque vamos a para dando frutos malos y amargos. Meditemos.

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