martes, 3 de agosto de 2010

¡Mejor es que no prometas!

"Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque El no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas" (Eclesiastés 5:4). Precioso consejo el que nos da Salomón, el hombre más sabio que haya existido en la humanidad, sin contar a Jesús.

Una promesa incumplida lastima demasiado a alguien, ya no digamos a Dios. Conocemos el caso de un hombre que cuando era niño le ofrecieron una bicicleta si ganaba su primer año escolar, lo ganó, pero la promesa no fue cumplida. Se la ofrecieron para el segundo, lo ganó, pero la promesa no fue cumplida, así aconteció hasta llegar al sexto año, y la promesa no fue cumplida. El niño de 12 años como pudo hizo negocios, hizo trabajos y al fin se compró su bici. Pero la frustración lo alcanzó por muchos años. Sin embargo, cuando fue mayor y se casó, somos testigos de que nunca les falló a sus hijos, y aún ahora a sus nietos una promesa. El entendió en carne propia la importancia de comprometer la palabra. El comprendió que es mejor no prometer, que prometer y no cumplir.

Cuando le hagamos una promesa a alguien, no importa si es familiar o amigo, no fallemos, a al menos hagamos todo lo que está en nuestras manos o posibilidades para no fallar. Ya no digamos si esa promesa se la hicimos a Dios. Líbrenos Dios de caer en sus manos si le ofrecemos algo, sólo, mientras que conseguimos otra situación a cambio para luego olvidarnos de lo prometido. Meditemos.

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