domingo, 29 de agosto de 2010

Si quiere que Dios lo visite, visítelo usted a EL.

No me gusta hacerlo pero hoy lo haré, cuando escribo no acostumbro a hacerlo a título personal, sin embargo creo que mensajes como éste lo ameritan. Por el hecho de que cuando un escritor escribe a título personal pareciera ser muy vanidoso, hacerse pasar por egoísta, y, hasta excluyente, es que no me gusta escribir así, pero, tratándose de algo que pudiera ser considerado un defecto personal, lo hago.

Pero bueno, al punto, por el hecho de que he pasado casi dos terceras partes de mi vida en soledad (18 años de niñez y adolescencia, y 20 entre la enfermedad y muerte de mi primera esposa y el cuidado de mis tres hijos), soy una persona anti-social, es decir, me gusta visitar poco y que me visiten poco (sé que para muchos eso es irracional y yo respeto esa opinión), pero para mí es lo cotidiano. Siendo así, que cuando visito (lo cual hago muy poco) soy corto en hacerlo. No me gusta llegar y arruinarle su rutina a nadie, porque no me gusta que arruinen la mía. Ahora bien, si alguien me invita para hablar los negocios del Señor entonces puedo pasar horas de horas hablando con ese alguien. Por ello, es que, al Señor lo visito todos los días de mañana, porque quiero que EL se digne visitarme todos los días.

Dios dice: "Yo amo a los que me aman; y me hayan los que temprano me buscan" (Proverbios 8:17); "Y serán saciados, y alabarán a Dios los que le buscan" (Salmo 22:26); "Gócense y alégrense en tí todos los que te buscan" (Salmo 70:4); "Buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá, pedid, y recibiréis" (Mateo 7:7). Yo me atrevo a recomendarle a usted que si quiere ser selectivo con sus amistades, lo sea; si quiere ser un anti-social como yo, lo sea... pero no con Dios. Si su mayor deseo o necesidad es Dios, visítelo para que EL lo visite a usted. Meditemos.

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