sábado, 21 de agosto de 2010

Preparando un buen producto.

¿Quién no quiere lo mejor para sus hijos? ¿Quién quiere ver unido para siempre a un hijo con una mala mujer? ¿Qué padre desea para marido de su hija un muchacho que sea una vaina? Todos queremos lo mejor para nuestros hijos, la pregunta es ¿Qué estamos dispuestos a entregar el día que encontremos esos tesoros? o creemos que nuestros hijos merecen lo mejor sin dar nada a cambio.

Sabemos que para tener un buen producto hay que pagar un buen precio por el. Usted no puede tener un perfume francés si piensa pagar lo mínimo. No espera tener un carro alemán de los mejores, pagando poco. No espera vivir en una mansión con el mínimo esfuerzo, bueno, tampoco esperemos tener para nuestros hijos lo mejor si nosotros NO los estamos preparando para que alguien los mire codiciables. En la escritura encontramos el caso de un muchacho que era codiciable, pues su rectitud de vida desde la niñéz lo acreditaba, su nombre era Timoteo. Y ¿Sabe usted por qué él era como era?. Pablo nos lo hace saber: "Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en tí, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en tí también" (2da. Timoteo 1:2).

Timoteo no hubiera sido lo que fue, sin lo que su abuela y su madre le enseñaron. ¿Estamos nosotros preocupados por la instrucción académica de nuestros hijos, pero creemos que la instrucción espiritual no importa?. Si es así, entonces no nos quejemos cuando en la vida a nuestros hijos les vaya mal. Muy profesionales pueden ser, mucho dinero pueden ganar, pero si no son felices en una familia... ¿Podremos decir que triunfamos como padres o como abuelos? Tenemos que ser como Eunice y Loida, preparando buenos productos espirituales... lo demás Dios lo hará. Meditemos.

1 comentario:

  1. Me gustó muchisiimo, es algo que aparte de hacernos reflexionar, nos hace valorar.....

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