lunes, 23 de agosto de 2010

El que invocare espíritu de muertos... ha de morir.

Cuando Dios tuvo en mente escoger un pueblo entre los hombres para santificarlo, eligió a Abraham de la ciudad de Ur de entre el Imperio de los Caldeos, para de él hacer un pueblo al cual había de santificar, ese pueblo lo conocemos como el Pueblo de Israel.

Al instituirlo por medio de la liberación que tuvo ese pueblo de Egipto, y antes de entregarle la tierra de Medio Oriente para que habitara, le dio leyes, todas esas leyes o constitución del pueblo de Israel las podemos leer aún hoy en día en el libro de Levitico. Una de esas leyes era muy significativa, quizás hoy que la fe está tan propagada por el mundo no nos impresiona, pero en aquellos tiempos en que todos los pueblos eran muy dados a tener muchos dioses (politeístas), resultaba fuera de lugar el que un pueblo tuviera solamente UN Dios. Por ello, entre las leyes que Dios le impuso a su pueblo estaba ésta: "Y el hombre o mujer que invocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir, serán apedreados, su sangre será sobre ellos" (Levítico 20:27). Entre paréntesis aquí mira usted otra vez cómo, la muerte de Jesús fue una conspiración espiritual pintada de conspiración política, pues los judíos mataban por lapidación no por crucifixión, que era el sistema romano.

¿Por qué prohibe Dios hablar con los muertos, jugar a la suerte, a la adivinación, al horóscopo, etc? Porque eso disminuye nuestra fe, y lastima el corazón de Dios. Mire lo que dice en Eclesiastés 9:5-6: "Porque los que viven saben que van a morir, pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su odio y su amor y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en lo que se hace abajo del sol". NUNCA MAS TENDRAN PARTE... así que dejémoslos en paz y vivamos nuestra vida buscando a Dios. Meditemos.

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