martes, 24 de agosto de 2010

Señor enséñanos a orar...

En cierta ocasión los discípulos cuando vieron que cada vez que Jesús oraba, sanaba enfermos, perdonaba pecados, resucitaba muertos, etc. quisieron saber el "secreto" para poder hacerlo. Ellos vieron que ese "secreto" provenía de las oraciones de Jesús. Algo había en las oraciones que El hacía que no había en las oraciones de ellos ni quienes los habían instruido.

Los discípulos conocían la oración, pues ciertamente se dedicaban a diferentes tareas en la vida, pero, como descendientes de Abraham que eran, sus padres los habían educado en la doctrina judaísata. Todo niño judío tenía un patrón de vida semejante, al nacer la madre le daba de mamar, luego del destete lo instruían con otros niños hasta los cinco años en los principios de la Torá o Ley de Moisés, luego los mandaban a prepararse para su presentación a los 12 años y profundizaban en la Torá, y luego ya los instruían en lo que fueran a hacer en la vida. Así que los discípulos sí conocían la oración, pero miraban en Jesús algo que no les había sido enseñado a ellos. Un día le dicen a Jesús: "enséñanos a orar así" (Lucas 11.1). Jesús les enseña pero no sin antes haberles enseñado que la oración no es hacer algo "repetitivamente" sino "meditado", eso fue en Mateo.

Por ello les enseñó el Padre Nuestro, pero no para que lo repitieran constantemente sino como un patrón de los términos que habían de tener nuestras oraciones: 1) Reconocer que solamente tenemos un padre y que es de todos los creyentes; 2) Que mientras que El es santo y por ello está en el cielo, nosotros somos pecadores y por ello estamos aún aquí abajo; 3) Que aceptamos con gusto Su voluntad sobre nuestras vidas; 4)Que dependemos de El y confiamos en El para el pan nuestro de cada día; 5) Que necesitamos nos perdone nuestros pecados para algún día estar con El; 6) Que si El no nos libra de la tentación pecaremos. Así, como vemos, ésta no es una oración repetitiva, sino un patrón a seguir para comunicarnos con EL. Meditemos.

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