sábado, 15 de mayo de 2010

Tus pecados te son perdonados.

Después que Jesús tuvo la experiencia de Gadara y que la gente le pidiera que se fuera de sus contornos, Jesús lo hizo. Se subió a la barca y se fue al otro lado de la ciudad (Mateo 9:1). Esa ciudad era Capernaum, si usted estudia el mismo pasaje en Marcos 2:1-12 lo verá.

La historia nos cuenta que unos amigos, cuatro para ser exactos, querían que Jesús sanara a su compañero, así que lo llevaron ante El pero como la fama ya era demasiada, había una multitud que no los dejaba entrar a la casa, por ello, decidieron levantar el techo de la casa y hacer descender a su amigo con camilla y todo. Sigue diciendo la historia que cuando Jesús vio la fe de ellos, le dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son perdonados". Estaban allí un grupo de fariseos, de esos que siempre seguían a Jesús para ver cómo le tomaban en un error y poderlo acusar para matarlo. Cuando Jesús observó la actitud de ellos es cuando viéndolos a los ojos les dice: "¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir: Vuestros pecados te son perdonados o levántate y anda? Los fariseos se quedaron asustados pues ellos predicaban una situación pero practicaban otra. Así que Jesús hace las dos.

Al menos vemos las siguentes lecciones: Una, cuando no queremos nada con Jesús, EL no solamente se aleja sino se aleja diametralmente de nosotros, por ello cuando lo buscamos nos cuesta encontrarle de nuevo. Dos, que para encontrarnos con Jesús lo que necesitamos no es tener recursos (materiales o espirituales), sino fe. Tercero, tenemos que estar dispuestos a todo, aún a la verguenza o la travesía para poder seguirle. Cuarto, tenemos que estar convencidos que no hay pecado, por grave que éste haya sido, que Jesús no pueda o no quiera perdonarnos. Este último punto es importantísimo, pues el enemigo nos hace creer que nuestro pecado es muy grande, que trajo muchas consecuencias, que lo que sucede hoy es culpa de nosotros por haber pecado, pero la verdad es que no es así. Han habido otros factores que dependieron de otros, y por ello el resultado es el que hoy vemos, pero Jesús está dispuesto a limpiar el camino... siempre y cuando se lo pidamos como lo hizo el paralítico. De nada hubiera servido el esfuerzo de todos sus amigos, si él no pide nada con fe. Lo que nosotros necesitamos y Jesús quiere decirnos es: "Hijo, tus pecados te son perdonados". Meditemos.

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