Un día se acercaron los "saduceos" a Jesús, que no creían en la resurrección de los muertos, y le preguntaron: "Señor había siete hermanos de los cuales cada uno fue muriendo sin dejar descendencia, por ello la mujer del primero estuvo con todos, el día de la resurrección ¿De quién de ellos será esposa?". Jesús vino y los avergonzó diciéndoles: "Erráis, ignorando las escrituras" (Mateo 22:23-29).
Para nosotros esa no es una respuesta de deshonra, pero para ellos sí lo era, pues se supone que eran entendidos en la ley. Pero la otra cara del orgullo fue cuando los "fariseos" se enteraron del hecho, pues creyendo tomar supremacía sobre sus eternos rivales, le preguntaron a Jesús, ésto con la intención de demostrar que ellos sí conocían la ley, Señor: "¿Cuál es el gran mandamiento?. La escritura nos dice que el motivo de ellos era tan perverso como el de los saduceos (verso 35). Luego de decirles el Señor que "amar a Dios y al prójimo" son el gran mandamiento. Nos narra que Jesús les hizo una pregunta a ambos grupos, la cuál nadie podía responder, por lo que todos salieron avergonzados (verso 46).
Quizás la lección sea, que cuando estudiemos la escritura o cuando tengamos una duda, ésta sea por los motivos correctos. Que cuando escudriñemos la escritura y los negocios del Señor, no sea por motivos personales, por sobresalir, por demostrar a otros que tenemos la mejor o mayor revelación de las mismas, sino para conocer la escencia misma de Dios, para tener mayor intimidad con él, para poder instruir a los que están bajo nuestra cobertura, y, si alguien no entiende tanto como nosotros poder mostrar lo que nosotros por misericordia sí conocemos. Que podamos demsotrar con hechos, que nuestro motivo de buscar al Señor a sido sano y no con intenciones ocultas. Meditemos.
viernes, 28 de mayo de 2010
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