domingo, 30 de mayo de 2010

La Palabra de Dios debemos estudiarla, no leerla.

Hay entre los creyentes un dicho muy común, que de tan común que es, no se toma en cuenta cuando estudiamos la Palabra de Dios, dice así: "No se debe sacar un texto de su contexto, pues lo que se hace es buscar un pretexto". Lo decimos mucho, pero lo aplicamos poco. Nos explicamos.

Hay temas que son candentes entre la iglesia, que si podemos imponer manos a todos o no; que si la salvación se pierde o no; que si el pecado de Adán y Eva fue sexual o no; etc. Mientras nosotros sigamos "leyendo" la Biblia, seguiremos con esas discusiones innecesarias. Cuando la "estudiemos", entonces el Espíritu de Dios descenderá sobre nosotros y nos dará la luz que necesitamos. No queremos dar la impresión de que lo vivimos constantente, pero por su gracia lo hemos visto esporádicamente en nuestros estudios. Por ejemplo: En Mateo 24, el famoso capítulo en donde Jesús les enseña a sus discípulos cómo será el fin, qué señal habrá de su venida, y, qué señal habrá del fin del siglo. Todo aquél que "lee" esa porción, cree que allí, máxime que iban saliendo del Templo, estaban TODOS los discípulos del Señor. Pero, todo aquél que "estudia" la escritura en su conjunto, se da cuenta que no es así.

Ese mismo pasaje lo explica Marcos en el capítulo 13 y verso 3, y él nos da la luz de cuáles discípulos oyeron los acontecimientos del fin: " Y se sentó (Jesús) en el monte de los Olivos, y PEDRO, ANDRES, JACOBO Y JUAN... LE PREGUNTARON APARTE". Lo ve, no fueron los doce discípulos los que oyeron los acontecimientos del fin, solamente fueron cuatro, que se lo preguntaron APARTE. Ahora entendemos el por qué, cuando necesitamos explicaciones acerca del final de los tiempos, los mejores exponentes en sus epístolas son entre otros Pedro y Juan. Casualmente, y, como anécdota si usted lee Mateo 10:1-4 verá que éstos discípulos eran dos parejas de hermanos. Meditemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario