martes, 18 de mayo de 2010

Salid de aquella casa o ciudad.

Cuando al principio de su ministerio Jesús estaba instruyendo a sus discípulos acerca de su papel en Israel, en la iglesia, y en el mundo cuando EL se fuera, una de las primeras instrucciones que les dió fue la siguiente: "Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad" (Mateo 10:112-15).

Cuando usted se mete de lleno con el Señor Jesucristo, cuando usted lo tiene como su prioridad, como su número uno, usted recibe tantos beneficios de EL que los quiere compartir con su familia, con sus amigos, con sus vecinos, y hasta con aquellos que no han sido sus más íntimos amigos. Pero, usted se topa con un muro, el muro de la cotidianidad, el muro de los afanes de éste mundo, el muro del enemigo de Dios, el muro de la indiferencia, y el muro más común de todos... la creencia de las personas de no necesitar a Dios porque ellas están bien. Es, hasta cuando llegan las penas, las angustias, las carestías, las enfermedades, y en casos extremos la muerte, cuando se dan cuenta que TODOS necesitamos a Jesús. Cuando nosotros hablamos de Jesús y no nos reciben las palabras, no nos están rechazando a nosotros lo están rechazando a EL. ¿Se van inmediatamente al infierno? NO. Jesús lo que dijo fue: "Y al entrar a la casa (individuo o ciudad) saludadla. Si la casa (individuo o ciudad) fuere digna, vuestra PAZ vendrá sobre ella, más si no lo fuere, vuestra PAZ se volverá a vosotros" (Mateo 10:12-13).

El oír de Jesús nos confronta con nosotros mismos, con nuestro actuar cotidiano, con nuestra forma de pensar, con nuestras costumbres, con nuestras tradiciones, con nuestra comodidad, por ello, cuando alquien viene y nos habla o nos toca esos temas nos toca lo que nos gusta o no nos gusta de nosotros, del mundo, o de lo espiritual, por ello es que tenemos que tomar una decisión. Si esa decisión es seguir oyendo, la paz de quien nos habla vendrá a nosotros, de lo contrario esa paz se irá con quien vino. Jesús en una ocasión dijo: "El reino de los cielos sufre violencia, pero sólo los valientes, lo arrebatan" (Mateo 11:12). ¿Somos nosotros de los valientes y tendremos paz; o somos cobardes, y como añadidura NO tendremos paz? Meditemos.

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