viernes, 1 de julio de 2011

No todo el que diga Señor, Señor entrarará al reino de los cielos.

Como lo hemos predicado aquí en varias oportunidades, son muchas las personas que alrededor del mundo mencionan el nombre de Dios, ya sea en sus conversaciones, en sus trabajos, en sus conferencias, etc. pero, eso no significa "obligatoriamente" que estén con Dios, y menos, que Dios esté con ellos.

Ninguno de nosotros podemos agradar a nadie haciéndo lo que a una persona le "desagrada", imagínese usted que a su vecino no le gusta que el árbol que usted plantó cerca del patio frontal de él, le eche las hojas todos los días. Pero usted por o para "agradarlo" a él, no sólo deja que esas hojas caigan allí, sino aparte junta todas las demás hojas que caen en su jardín, y se las va a regar por toda su casa. IMPOSIBLE que usted pueda agradarlo haciendo lo que le desagrada al otro. De las misma manera, vemos por el mundo a personas que mencionan el nombre de Dios, pero, viven y practican lo que NO LE AGRADA a Dios. La pregunta es ¿Cómo pretender agradar a Dios, si estamos haciendo precisamente lo que a EL no sólo no le gusta, y que además en ocasiones lo tiene prohibido?

Nosotros no podemos agradar a Dios siendo unos idólatras; nosotros no podemos agradar a Dios mencionando su nombre a diestra y siniestra, pero abusando de nuestros familiares o empleados; no podemos agradar a Dios viviendo una vida desenfrenada de sexo, placeres, y deleites. Dios tiene normas, estatutos, y mandamientos que, quienes digamos que le seguimos... debemos de cumplir. Por ello la Palabra de Dios dice: No todo el que me diga Señor, Señor, entrará al reino de los cielos. Meditemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario