sábado, 30 de julio de 2011

¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

Pedro, había caminado con el Señor por algún tiempo, había visto cómo el Señor casi sin conocerle, llegó a su casa, impuso manos sobre su suegra y la sanó; había visto la multiplicación de los panes y los peces en el Monte del Sermón; había visto cómo Jesús sanaba a un paralítico, etc.

Cuando mira a Jesús caminando sobre las aguas tiene tanto amor y tanto entusiasmo por estar con el Señor, que le pide caminar junto a EL. Jesús se lo concede, pero a medio andar, Pedro duda y se empieza a hundir. Clama al Señor y el Señor extendiendo su mano lo levanta, pero no sin antes decirle: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? (Mateo 14:31). ¿Cuál es el punto aquí? ¿Cuál es la lección que Jesús quería dar, no a Pedro, sino a nosotros? La respuesta está hasta en Juan capítulo 20 y verso 29, cuando Jesús está con Tomás, aquél discípulo suyo que no creyó en su resurrección, y le dice: "Bienaventurados, los que sin ver, creyeron".

Esos somos nosotros, hemos creído que Jesús era el Cristo, era el Ungido del Dios de los cielos, era y es nuestro Salvador. Sin embargo, en ocasiones se nos olvidan todos los milagros que nos ha hecho, y entonces, nos empezamos a hundirnos en el agua. es allí, en esos momentos oscuros cuando vemos nuevamente su mano salvadora. Meditemos.

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