lunes, 18 de julio de 2011

A quien el Hijo quiere.

Hemos conocido muchas personas que se mantienen estudiando (incluídos nosotros), la Palabra de Dios. Eso es un reflejo, creemos nosotros, del amor y la gratitud hacia lo que Dios ha hecho por y para nosotros. Nos instruye, nos acerca a Dios, nos hace conocerle mejor, etc.

Pero, hemos visto también, que muchas de esas personas han llegado a creer que los grandes secretos que el Señor tiene desde la fundación del mundo, se obtienen por el estudio. Si eso fuera así, entonces muchos tendríamos muchas revelaciones, y, al menos en el caso personal y otros que hemos visto de cerca, no se cumple. ¿Por qué?. Jesús mismo es quien nos da la respuesta en al menos un pasaje del libro de Mateo (11:25-27). Los grandes secretos del Reino de los cielos, no vienen por estudio ni por merecimiento propio, son un REGALO del cielo, y Dios se los da por UNCION a quien EL lo cree pertinente. Se los da especialmente a aquellos que harán buen uso de esos secretos, el Señor no quiere malas intenciones, no quiere jactancias, no quiere mercantilismo, no quiere motivos ocultos en SUS negocios espirituales.

Es por ello, que Jesús nos dice en esos versos: "Y a aquél, a quien el Hijo lo quiere revelar (pensando en el Padre, pues conociendo al Padre conocemos sus secretos)". Solamente por medio del Espíritu de Dios vienen las grandes revelaciones, y vienen a quienes el Señor se las quiere dar, no por merecimiento propio. Meditemos.

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