viernes, 4 de marzo de 2011

Porque no me aparté impíamente de mi Dios.

Todas las personas que nos acercamos a Dios, por simple lógica, venimos con una herencia de maldad, de devilidades, de descomposición moral, etc. que no le agrada a Dios, y que con el tiempo El desea que vayamos dejando atrás.

Por ello desde los púlpitos se vive predicando que la vida del creyente es una "caminata", una caminata espiritual en donde lo material debiéra irse dejando poco a poco de practicar. Jesús mismo lo dijo orando al Padre en Juan 17: "Padre, te los encargo, están en el mundo, pero no son del mundo". Nuestro gran anhelo como creyentes debería de ser el luchar por irnos perfeccionando poco a poco, poniéndonos cada día y a cada instante en las manos de Dios. El Rey David dijo en una oportunidad: " Jehová me ha premiado conforme mi justicia; conforme la limpieza de mis manos me ha recompensado; PORQUE he guardado los caminos de Jehová, y NO me aparté impíamente de mi Dios" (Salmo 18:20-21).

No me aparté IMPIAMENTE de mi Dios. Eso es lo que Dios desea de nosotros para poder bendecirnos y prosperarnos, que guardemos sus caminos y que no hagamos ni actuemos como lo hacen las gentes del mundo. Somos como palomas en medio de lobos, si no logramos entender eso, entonces viviremos amargados y sin entender los própósitos de Dios. Meditemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario