domingo, 6 de marzo de 2011

Estos confían en carros, y aquéllos en caballos.

Antiguamente las armas de guerra eran nada sofisticadas para lo que hoy lo son. Los ejércitos que tenían caruajes, caballos, y armas de metal, eran ejércitos temibles y casi invencibles.

Estos elementos, caruajes, caballos y armas de metal, hicieron de esos pueblos, pueblos orgullosos y confiados en sí mismos, o sea, creían no necesitar a Dios pues ellos se podían defender solos. Así fue como el Rey David dijo de ellos: "Estos confían en carros (las carrosas haladas por caballos), y aquéllos en caballos (caballos que también iban protegidos con armaduras). Mas "nosotros" (o sea el pueblo de Israel) confiamos del nombre de Jehová nuestro Dios, y de él tendremos memoria" (Salmo 20:7). Para aquellos tiempos la lección era que para salir adelante se debía de confiar en las estrategias de Dios y no en las armas.

Para nosotros hoy, la lección es que no debemos confiar en nuestras propias fuerzas, el dinero, nuestra inteligencia, nuestra astucia... pueden fallar en cualquier momento. No debemos hacer nada, si no lo hemos consultado con Dios, y, aún y cuando, EL nos diga: ¡Adelante!. Debemos esperar sus tiempos, pues si nos apresuramos o nos tardamos mucho... igual fracasaremos. Meditemos.

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