jueves, 10 de marzo de 2011

Has cambiado mi lamento en baile Señor.

Luego de muchas penas, de muchas tribulaciones, de mucha persecusión por parte de sus enemigos, y luego de haber sido librado de una muerte segura, el Rey David ora al Señor diciéndole: "Has cambiado mi lamento en baile Señor, desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría". (Salmo 30:11).

Qué rico se siente después de haber estado en el valle de la pena, de la desesperación, de la escacez, de la enfermedad, de la soledad, y en ocasiones en luto... y que venga el Señor (pues son situaciones en las cuales los recursos humanos quedan NULOS), y sea EL quien nos saque de esas penas. Entonces, cuando estamos en la montaña, llega el alivio, llega la paz luego de la gran tormenta, y sobre todo, quedamos listos para el próximo valle, pues ya sabemos que Dios estará con nosotros y será EL quien nos saque de allí. Con cada valle en nuestra vida más conocemos al Señor, y entonces nuestra fe en él crece.

Alguien en el Instituto Bíblico nos enseñó que en los valles es en donde conocemos las cualidades y las virtudes de Dios, y en las montañas es en donde las practicamos. Pues cuando estamos en la montaña podemos ayudar a quienes ahora les toca estar en el valle de la angustia. Meditemos.

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