miércoles, 9 de marzo de 2011

Muéstrame, oh Jehová, tus caminos.

Es muy dado en el hombre hacer lo que se le viene a mano. No acostumbramos a consultar con Dios. Luego, si todo el negocio nos sale bien vamos tomando autoconfianza y seguimos trabajando sin consultar con nadie, ni con Dios. Pero, si algo nos sale mal entonces empezamos a preguntarle a Dios ¿Por qué, Señor? ¿Por qué a mí?

El salmista David expresó en una ocasión, hablando con Dios: "Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus veredas" (Salmo 25.4). Qué diferente es cuando consultamos con Dios. Hace unos años conocimos a un muchacho que heredó, después de estarla anhelando por muchos años, una gran suma de dinero. Lo primero que hizo fue viajar, comprar casa, comprar ropa, y comprar un lujoso auto. Pero así, sin más, en cuanto recibió el dinero lo empezó a gastar. Alguien de los hermanos en la fe le dijo que fuera prudente, mas él se molestó, y, lejos de cuidarse siguió dilapidando el dinero. Más pronto que temprano recibió amenazas de secuestro, le robaron el auto lujoso y en el acto le mataron a su chofer. Luego vino el lloro y el crujir de dientes. ¿Por qué a mí? ¿Qué está pasando? ¿Qué hice mal? ¿Acaso no tengo derecho?

Todas esas respuestas hubieran sido dadas, y quizás ni siguiera se hubieran dado las preguntas... Si hubiera consultado con Dios. ¡Como eran los caminos y las veredas, que debía tomar! No olvidemos consultar con Dios, no olvidemos preguntarle a los que están bajo la cobertura de Dios, cómo llevar nuestra vida. Meditemos.

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