lunes, 20 de junio de 2011

Un vestido de pelo de camello y un cinto de cuero.

Juan el Bautista, una voz en el desierto que anunciaba la llegada de Aquél que acercaba el Reino de los Cielos al hombre. El Embajador de los Cielos, vestido con piel de camello y un cinturón de cuero, curtido en sal en el sol candente del desierto.

Habían finos linos y túnicas extranjeras, pero el Embajador de los Cielos se vestía con piel de camello y un cinto de cuero. ¡Qué dirían Juan el Bautista y Jesús, al ver a los "grandes" predicadores de hoy, vestidos con túnicas extranjeras y finos linos! Más bien diríamos ¡CUANTA VERGUENZA TENDRIAN QUE SOPORTAR!. Siempre, desde niños nos ha asqueado, nos ha chocado, nos ha dado repugnancia el hecho de que alguien que se diga REPRESENTANTE DE DIOS EN LA TIERRA, VIVA COMO MILLONARIO Y A COSTILLAS DE OTROS. Jesús, vino en un pesebre; su portavoz, se viste con sencillos vestidos de piel de camello... pero hoy, sus REPRESENTANTES viven una aborazada ola de riquezas, bienes, viajes innecesarios, y costosas comidas en hoteles que con su propio dinero NUNCA podrían cubrir.

Señor, en éstos últimos días te suplicamos que por favor derrames gracia sobre tu pueblo abundantemente, para que meditemos en lo que el Reino de los Cielos es, y no lo que nosotros pensamos que es. Danos humildad, danos conciencia de las necesidades tan grandes que está pasando la mayoría de tu pueblo Señor. Danos gracia para no pensar tanto en nosotros. Meditemos.

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