sábado, 11 de junio de 2011

Maldito el que engaña.

Hoy hemos de decir primeramente que la palabra "maldito" es una palabra (arar en hebreo), cuyos significados son "amargura" y "calamidad" pero que sin embargo para nosotros, en especial en el medio latino, es una mala expresión porque otro de sus significados es "condenación".

Luego, hemos de explicar que en el libro de Malaquías cuando Dios le reclama a los hombres su mal comportamiento, no está reclamándoles a "todos" los hombres, sino especialmente a los "sacerdotes". En otras y pocas palabras, el libro de Malaquías fue escrito "específicamente" para corregir a los líderes, a los sacerdotes, nos explicamos: "Oh SACERDOTES que menospreciás mi nombre" (Cap. 1 verso 6); "Ahora, pues, oh SACERDOTES, para vosotros es este mandamiento" (Cap. 2 verso 1). ¿Por qué corrige Dios a los líderes y a los sacerdotes? Pues porque se "supone" que un líder, que un sacerdote, DEBE DE SER Y DE DAR EJEMPLO. Y, es el caso que en el tiempo de Malaquías (y lamentablemente hoy también), los líderes y sacerdotes no estaban actuando como tales sino como ASALARIADOS. No les importaban las ovejas, les importaban solamente ellos mismos.

Las palabras de Malaquías son tan reales hoy como lo fueron cuatrocientos años antes de Cristo, y quienes en una u otra forma llegamos a ser "supuestos faros" para otros, debemos de "estar en la batalla" por ser cabales para con Dios y para con los hombres, pues Dios también dijo lo siguiente: "Maldito el que engaña" (Cap. 1 verso 14) y luego dijo algo más serio: "Si no oyeres, y si no decidís dar gloria a mi nombre... MALDECIRE VUESTRAS BENDICIONES" (Cap. 2 verso 2). Como pastores somos líderes y sacerdotes; como padres somos líderes y sacerdotes; como jefes somos líderes y sacerdotes; como amigos somos líderes y sacerdotes. Como esposos somos líderes y sacerdotes. No engañemos. Meditemos.

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