lunes, 13 de junio de 2011

Cuando creemos que servir a Dios no paga.

Escribíamos la semana pasada acerca del libro que Dios dirigió a los líderes y a los sacerdotes al final del Antiguo Testamento. Esto es el libro de Malaquías, en dicho libro Dios hace una serie de reclamaciones a su pueblo, especialmente a los líderes por las deficiencias en su vida.

Entre dichos señalamientos al que más atención le pone es al que dice: "Vuestras palabras contra mí, han sido VIOLENTAS... pues habéis dicho: POR DEMAS ES SERVIR A JEHOVA" (Malaquías cap. 4 verso 13). No hay decepción mayor que le podamos dar a Dios, que pensar que porque los impíos están sanos, progresan, y aparentemente, todo les sale bien, y parecieran burlarse de la ley de Dios y de los hombres, el que nosotros sigamos y honremos a Dios... es vano, solamente porque nuestra vida cotidiana "pareciera" más dificultosa que la del impío. Nos decían las abuelitas: Dios tarda pero no olvida. Y creemos que ciertamente así es. Al impío (y en ocasiones también a píos que se columpian de las buenas intenciones de otros) pareciera que la vida les es una solemne sonrisa a "costillas" de los que nos esforzamos, mientras que a los que nos esforzamos todo es cuesta arriba.

Pero llegará el día en que la luz alumbre al esforzado, y Dios lo dice de ésta manera: "Mas a vosotros los que teméis mi nombre, NACERA EL SOL DE JUSTICIA, y en sus alas traerá salvación" (Malaquías 4:2). La mano de Dios tarde o temprano se apartará del impío y tarde o temprano bendecirá con justicia al que le ha servido. Nunca pensemos ni confesemos que servir a Dios no paga. Meditemos.

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