sábado, 25 de junio de 2011

Grandes y pequeños.

En la misma ocasión en que Jesús habló con sus discípulos (a solas como vimos en el mensaje anterior), en el Monte de las Bienaventuranzas, fue la misma ocasión en que Jesús les habló a sus discípulos de otros detalles que solamente ellos debían escuchar, pues eran los escogidos para difundir sus doctrinas, pues eso precisamente eran "esos" detalles.

Vemos cómo les habla de que son la "sal" del y para el mundo; como son la "luz" del y para el mundo; pero, también les habla de las "leyes y normas del creyente". Y, en éste sentido les explica que El no vino a "abrogar" (Kataluo: cuyos significados son entre otros: destruir, disolver, estar fuera de una institución o de lo instituido, y formar un gobierno). El venía a "cumplir" (Pleroo: cuyos significados más importantes son: llenar, completar) lo que estaba escrito. Y, ¿Cómo no lo iba a completar, si a lo que venía era a ser El el cumplimiento de toda profecía?. Bueno, el punto aquí es que, Jesús les dice a sus discípulos que todas esas leyes y normas que están establecidas y que El venía a reconfirmar con su muerte "debían de ser cumplidas y predicadas por todo aquél que se llame un crisitano".

Pero, dice Jesús, que quien las practique y la cumpla será llamado "grande" en el reino de los cielos; sin embargo, el que las quebrante y las enseñe mal, será llamado "pequeño" en el reino de los cielos. Ahora bien, el que no haga ni lo uno ni lo otro, simplemente NO ENTRA AL REINO. (Mateo 5:17-20). Dicho sea de paso, en lo personal ésta es una de las muchas razones por las cuales creemos firmemente que la "salvación" no se pierde. Meditemos

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