viernes, 31 de diciembre de 2010

El efecto Sodoma y Gomorra.

Conocida es la historia de Abraham y Lot, cuando por haber crecido tanto en ganados y gentes tienen que tomar la decisión de separarse (Génesis 13:5-11), tomándo Lot la porción de tierra que se acercaba a Sodoma y Gomorra, ciudades en las cuales habitaba gente perversa, corrupta, degenerada, egoísta y más (Génesis 13:13).

Lot siguió siendo un hombre de Dios, un hombre justo, un hombre que buscaba el bien y no el mal, pero, como dirían hoy los psicólogos: Le atacó el síndrome o efecto Sodoma y Gomorra. La "influencia" de la perversión de esas personas hizo que Lot perdiera sus riquezas, pues tuvo que salir (o más bien lo sacaron) de prisa los ángeles que destruirían las ciudades; esa misma influencia hizo que su mujer se volviera "curiosa y desobediente" al punto de perder la vida; y, lo más importante aún, sus hijas "aprendieron prácticas indecorosas", pues al ver que no habían hombres para ellas embriagaron a su padre y lo tomaron sexualmente (Génesis 19:31-38). ¿Qué lección nos deja la experiencia de Lot?

Bueno, hoy, vivimos en un mundo como el de Sodoma y Gomorra, vicios, drogas, prostitución, dinero fácil, inmoralidad hasta en lo espiritual (los pederastras y los líderes con interéses económicos son el peor y más vergonzoso ejemplo), vivimos en un mundo egoísta que nos puede llegar a afectar como en su momento afectó a Lot. Pero, si seguimos buscando a Dios, él es poderoso para librarnos de esa maldad con el mínimo daño. Saldremos dañanos, no nos engañemos por lo contrario, pero repetimos... con el mínimo daño. Jesús lo dijo: "Padre, guárdalos porque están en el mundo, pero NO SON DEL MUNDO, DONDE YO ESTOY CONTIGO, ALLÍ QUIERO QUE ELLOS ESTEN CONMIGO" (Juan 17). Nuestra oración es porque haya sido así para usted y su familia en el año que hoy termina, y que sea así, en el año que viene. Meditemos.

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