jueves, 2 de diciembre de 2010

¡Ay de ellos!

Es muy común que nos encontremos en la calle o en una reunión, a personas que han sido lastimadas en la iglesia y que lamentablemente ya no quieren saber nada de Dios, como si él tuviera la culpa de lo que los hombres hacen o manosean en su nombre.

Este no es un problema nuevo dentro de la iglesia, Judas, el otro hermano del Señor Jesús, al igual que Jacobo, nos dice en su epístola con respecto a esos seudocreyentes que se autonombran líderes y que pretenden llevar las riendas de los asuntos de Dios: "¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín (recordemos que Caín fue el primer asesino de la humanidad), y se lanzaron por LUCRO en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré. Estos son manchas en vuestros ágapes, que comiendo impúdicamente con vosotros se apacientan a sí mismos... son como nubes sin agua" (Judas, versos 11-12). No es nuevo el encontrar personas aprovechadas en los negocios de Dios. No es nuevo que haya personas engañando a otras por interéses personales y mesquinos.

Pero, eso no debe detenerlos, Dios nos ha dado discernimiento para que podamos caminar con personas que no aman "apasentarse a sí mismos", sino que sin interés alguno, sino sólo el de cumplir con el ministerio que Dios les ha dado, buscan el bien común de las ovejas, buscan ayudar a otros sin motivos ocultos, buscan agradar a Dios, agradando a los hombres. No pongamos nuestros ojos en esas nubes sin agua como dice Judas, pues ¡Ay de ellos!. Meditemos.

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