martes, 7 de diciembre de 2010

Pedid, buscad, llamad...

Jesús dijo en Mateo 7 y verso 7 mientras hablaba de las bienaventuranzas en el famoso Sermón del Monte: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá". Todo ser humano sabe que no es digno de que Dios se dirija a él; que no es digno de que Dios camine con él; que no es digno que Dios le sirva a él.

Sin embargo, a pesar de que Dios no es nuestro sirviente, nos sirve, y de muy buen gusto; a pesar de que es más que superior a nosotros, se inclina, y nos escucha; y cuando nos dedicamos a buscarle, se deja encontrar. No hay nada más precioso en ésta vida que poder decir que Dios es nuestro mejor amigo, que Dios es nuestro ayudador, y ya no digamos si podemos decir, creyendo, que él es nuestro salvador. Para ilustrar mejor el título de éste mensaje veamos unos ejemplos. En el mismo libro de Mateo vemos cómo un centurión, una persona que no era judía, pero que creyó en Jesús le dijo: No soy digno de que entres en mi casa, pero creo que puedes sanar a mi criado... y el Señor lo sanó (8:5-8). Luego, Pedro le pide que sane a su suegra, y Jesús la sanó (8:14-17).

Nosotros podemos pedir, buscar y llamar al Señor, y podemos estar seguros que él responderá, que él se dejará sentir en nuestras vidas. Si tan sólo nos dedicamos a eso, todo lo demás vendrá por añadidura. Jesús dijo ¿Acaso las flores y los pajarillos se preocupan por lo que comerán y vestirán, y lo tienen a diario? ¡Cuánto más no se preocupará mi Padre, por vosotros!. Meditemos.

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