viernes, 30 de julio de 2010

Y se fueron pues...

Con cuánta ilusión esperamos casarnos, formar un hogar estable, tener nuestros hijos, poderles proporcionar lo que necesitan para su formación física y material, pero, ¿hemos pensado aunque sea lejanamente en su formación espiritual?

No tenemos duda en cómo iniciar su formación física, que si se les da leche de pecho, o leche especial, o la mejor nutrición, etc. Para su formación material buscamos los mejores colegios, universidades, puestos de trabajo, etc. Pero, ¿y lo espiritual?. La Palabra de Dios nos indica que: "Instruyamos al niño en su camino, y aún cuando llegue a viejo, no se apartará de ese camino bueno" (Proverbios 22:6). ¿Cómo lo instruimos? Bueno, algunos pasos serían: si aún no nos hemos casado, oremos por una buena mujer o un buen hombre como compañeros; si ya estamos casados, intercedamos por nuestra compañera o compañero de vida para caminar con el mismo sentir. Si no tenemos niños aún, oremos para tenerlos primero y luego para poder ser capacitados y guiárlos en los buenos caminos. Si ya los tenemos oremos por ellos todos los días, pues si nos preocupamos por su comer y su vestir material ¿cuál es la razón para dar por sentado que espiritualmente están cubiertos?

Los niños dependen de nosotros y si nosotros no dependemos de Dios... aliviados estarán nuestros hijos como decimos en nuestro medio. No podemos pedir un buen esposo o una buena esposa para nuestros hijos, si no hemos hecho nuestra parte para entregar un buen esposo o una buena esposa. ¿Cómo no esperar un vaina o una mujer ligera para nuestros hijos, si no los hemos enseñado a elegir lo correcto? ¿Que el amor es ciego? Mentira. Dios dijo: "Si escucháreis hoy mi voz, y la obedeciéreis, yo os bendeciré en todas tus entradas y en todas tus salidas" (Deuteronomio 28). El que un hijo se vaya... es una nuestras salidas. Cómo salga, no sólo depende de ellos sino en gran parte de nosotros. Meditemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario