miércoles, 21 de julio de 2010

Luchando por ser íntegros.

David en uno de los salmos que escribió, el 101:2-3 para ser exactos, declara: "En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa... no pondré delante de mis ojos nada injusto". La integridad es definida como: "Algo a lo que no le falta nada de sus partes, o, a una persona honrada, proba, recta".

Ambas definiciones son las que David nos estimula a que sigamos o cumplamos los que nos llamamos "creyentes". No podemos decir que seguimos a Cristo, quien sí tuvo éstas cualidades, si nosotros no luchamos por cumplirlas o no las tenemos como una meta. No podemos ser llamadas y reconocidas como personas honradas... si buscamos ganancias deshonestas. No podemos ser llamadas y reconocidas como personas probas... si no tenemos el mínimo de educación, caridad, y respeto por otras personas. No podemos ser llamadas personas rectas... si hablamos y actuamos con dobles intenciones. Que vamos a fallar en el camino, lo vamos a hacer, pues somos humanos y somos suceptibles al error, pero ello no indica que nos hundamos en el fango. Podemos volver a levantarnos y seguir luchando.

Dios sabe eso perfectamente, por ello es que nos alienta diciéndonos: "Siete veces cae el justo, pero vuelve a levantarse" (Proverbios (24:16). Y, también nos dice: "No dejará Jehová caído para siempre al justo" (Salmo 55:22). Ahora bien, hay condiciones: David nos las dice en el primer salmo de hoy por ejemplo: "Pero, no pondré nada injusto delante de mis ojos", y en éste último salmo el consejo es: "Echa sobre Jehová tu carga, y EL te sustentará". Meditemos.

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