martes, 13 de julio de 2010

El privilegio de llegar a viejo.

Las personas que hemos tenido el privilegio de haber conocido y tratado a nuestros ancestros, entiéndase por ello a abuelos, bisabuelos, y ya no digamos tatarabuelos, tenemos que reconocer que Dios ha sido muy bueno con nosotros.

Una de las características que nosotros recordamos de los nuestros, pues hemos sido de ese grupo privilegiado, es la instrucción por repetición que nos dieron. Esos dichos populares, esos refranes sacados de la experiencia personal, esos consejos vividos para luego ser compartidos... ¡CUANTO BIEN NOS HAN HECHO!. Hoy, en la misericordia del Señor, nosotros estamos iniciando apenas, ha entrar en ese largo camino de la vejez; hoy, es cuando nos corresponde a nosotros iniciar a instruir a nuestros predecesores, no sólo, en lo que fuimos instruidos sino que también en lo que la vida nos ha permitido aprender. Dice el salmista: "Bienaventurado el que es plantado en la casa de Jehová, pues AUN EN LA VEJEZ FRUCTIFICARA" (Salmo 92:14). Pero nos dice también para qué fructificará: "Para anunciar que Jehová es nuestra fortaleza, y que es recto".

No es casualidad ni sólo porque sí, que Dios nos ha permitido llegar a la tercera edad; es con un fín, con una meta, con un propósito: "Publicar sus grandezas, anunciar a otros, especialmente a los nuestros, que Dios es bueno, que vale la pena vivir y sufrir por su causa, así como El lo hizo por la nuestra". Bien termina el pensamiento el salmista diciéndonos: "Bienaventurado el hombre a quien tú, Jehová, corriges; Y en tu ley lo instruyes, para hacerle descansar en los días de aflicción" (Salmo 94:12-13). Y vaya si no estamos viviendo días de aflicción. Meditemos.

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