miércoles, 31 de agosto de 2011

Es difícil entender los caminos de Dios.

Dios es tan inmensamente grande, sabio, misericordioso, justo, virtuoso, etc. que para el hombre siendo tan finito le es muy difícil entender sus caminos, sus decisiones, sus propósitos. Quizás por ello es que El mismo nos incita a que le busquemos todos los días y a toda hora, para que así, algo le hayamos conocido y entendido durante nuestra estancia tan pasajera en éste mundo.

El hecho de no entender qué es lo que Dios está haciendo o planificando para nuestras vidas, no nos debe intimidar ni debemos permitir que sea un arma del enemigo para que nos incline a que tiremos la toalla. Imagínese usted el hecho de que los discípulos convivieron con Jesús tres años y medio, dormían en donde él dormía, comían tres tiempos con él, pasaban el día caminando de un lado a otro junto con él VIENDO sus MARAVILLOSAS obras, y luego de todo ese tiempo y de todo ese convivir diario, Jesús les dice antes de la santa cena: "Lo que yo hago ahora ustedes no lo entienden", no sé a usted pero a nosotros nos da alivio. Con razón también oró: "Padre, no sólo te pido por éstos (los discípulos) sino también por los que han de creer por éstos... sin haberme visto" (Juan 17:20). ¡Qué alivio! ¡Qué bendición que Jesús pensó en nosotros! Y, por si fuera poco vea cómo terminó la primera frase que comentamos: "...pero lo entenderán después" (Juan 13:7).

Qué amor tan grande nos ha tenido siempre Dios, que por medio de su Hijo nos hace saber que TODO lo que nos acontece tiene un propósito, y es, siempre, un propósito bueno. Lo que estemos viviendo hoy, lo que nos esté aconteciendo hoy, no importa si no lo entendemos o no ahora, nuestro consuelo debe ser: "que no sólo tiene un final felíz, sino que terminaremos entendiéndolo mañana". Meditemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario