miércoles, 24 de agosto de 2011

Pero entendiendo que le querían hacer Rey se volvió.

Cuando estuvimos en el Instituto Bíblico hubo un maestro que nos enseñó tres problemas que todo lider debe evitar: La fama, la dama, y la lana. Durante la caminata de un líder siempre tendrá la tentación de éstos tres problemas, y, alguien que no solamente se precie de ser un buen líder sino de querer agradar a Dios, debe evitarlos.

Curiosa y lamentablemente al maestro que nos enseñó éstos principios lo hemos visto tropezar y ser tropiezo en dos de ellos, la fama y la lana, Dios no permita que caiga en el tercero. A nuestro juicio luego de caminar tres décadas en los caminos del Señor nos parece que en lo que más fácil cae un líder es en la fama, pues cuando se busca a diario al Señor, se cumple lo que la escritura dice: "Gloria de Dios es encubrir (esconder) un asunto, pero honra del rey es escudriñarlo" (descubrirlo) (Proverbios 25:1). Esto quiere decir nada más y nada menos que, cuando uno se hace amigo íntimo de Dios, Dios le cuenta a uno sus secretos. Esto, fácilmente puede llenar la vanidad humana, y esa persona puede llegar a ser tentada a creerse superior a los demás, puede llegar a creer que sólo a él Dios le a contado tal o cuál secreto. Cuando ésto sucede, entonces su corazón puede caer en la tentación de la fama.

Jesús, quien tenía razones suficientes para tomar para sí la fama, huyó de ella. Dice la escritura que cuando todos le querían coronar como Rey, pues predicaba como quien tiene autoridad y sabía más que todos los religiosos, él se "retiró" al Monte a estar sólo. ¡Qué comparación con nosotros, que cuando alguien nos halaga, queremos ser el centro de la atención! Meditemos.

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