domingo, 14 de agosto de 2011

¡Qué forma de vida!

Se ha puesto usted a pensar qué forma de vida la que llevaba Juan el Bautista, que en un momento determinado de su vida le preguntan con insistencia: ¿Tú, eres el Cristo?. Y su respuesta no solamente es no, sino tiene que ser como dice la escritura: "Confesó, y no negó, sino confesó: YO NO SOY EL CRISTO" (Juan 1:20).

¿Ya se imaginó qué clase de vida tan limpia, pura, transparente, pacífica, y todos los demás atributos con los que vivía Juan, para que la gente lo "confundiera" con Aquél hombre perfecto de quien habían leído en las escrituras desde hacía siglos? ¡Qué lejos estamos de una vida similar o cercanamente similar a la de Juan el Bautista! Sin querernos humillar a nosotros mismos, ni a usted, nos damos cuenta del por qué mucha gente no busca a Dios. Es que estamos simplemente "tan fríos e indiferentes" como en los tiempos en los cuales Jesús apareció en la tierra, que los griegos dijeron: !Queremos VER a Jesús!. Hoy, al igual que los religiosos del tiempo de Jesús, HABLAMOS mucho de Jesús... pero no vivimos de tal manera que los demás lo VEAN. Hoy, muchos de los que están fuera no quieren saber NADA de Jesús, pues al único Jesús que miran se llama: pedofilia, cinismo, ambición al dinero, amor a la fama, amor al poder, amor a los lujos, etc.

Con religiosos hoy, como los que había en los tiempos de Jesús, preguntamos: ¿Quién logra ver a Jesús? Solamente cuando nos inclinemos a vivir una vida pura, limpia, transparente, entregada a la oración y a la búsqueda de más de Dios, para compartirla con los demás... entonces los de fuera de la iglesia VERAN a Jesús. Esa sí, es un forma cristiana de vivir la vida. Meditemos.

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