martes, 23 de agosto de 2011

Porque había allí... muchas aguas.

Nos narra el libro de Juan, el apóstol, que cuando Juan el Bautista bautizaba en el Jordán, buscó un lugar en el cuál había "muchas aguas" (Juan 3:23). ¿Cuál es la razón por la cual se da ese detalle en las escrituras?. ¿No se supone que la escritura debiera de enfocarse en lo más prioritario y elemental, que en un lugar en donde hubiera "muchas aguas" para un bautismo?.

La respuesta quizás está, en que la voluntad de Dios era que supiéramos cómo es el bautismo según sus leyes. Como complemento a ésta escritura vemos en el evangelio de Marcos la narración del bautismo de Jesús: "Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y luego, cuando SUBIA DEL AGUA (Jesús), vio abri los cielos, y al Espíritu de Dios descender sobre él" (Marcos 1:9-10). Qué significa "cuando subía de las aguas", pues simplemente que Jesús para ser bautizado fue "sumergido" en las aguas, no fue "rociado" con ellas. De lo contrario ¿Cómo podía emerger de ellas?. Será cuestión de fórmula, de costumbre, o de tradición. Quizás uno sea tan efectivo como el otro, nos referimos a sumergirse o ser rociado con agua para el efecto, pero de lo que sí estamos seguros es que, uno agrada a Dios cuando le obedece.

Si Dios lo dispuso por inmersión y no por aspersión, preguntamos ¿Por qué no agradarlo?. ¿Por qué no cumplir con lo que él dispuso? ¿Qué perdemos, y, cuánto pudiéramos ganar? ¿Y si al hacerlo como él dice, su Espíritu nos inunda, mientras que de la otra forma no?. Por algo dice: Porque había allí... muchas aguas. Meditemos.

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