jueves, 1 de septiembre de 2011

Pero éstas cosas se han escrito para que creáis.

Cuando Juan el apóstol está terminando de escribir el evangelio que lleva su nombre, aclara el por qué de haberlo escrito: "Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y paa que creyendo, tengáis vida en su nombre" (Juan 20:31).

Juan nos está aclarando que fueron guiádos por el Espíritu Santo para dejar un testimonio de quién era Jesús, que realmente era el Hijo de Dios hecho carne, y en quien está nuestra salvación y que es el único que nos la puede proveer. Esta verdad es preciososa, pero en el verso anterior hay otra razón que da Juan acerca de Jesús, y que siempre nos ha impactado mucho, dado que, actualmente se toma el nombre de Jesús en vano, aún por muchos líderes al querer hacer de Jesús un "super" mago que sana y cura cualquier problema, cuando no es esa la idea que Dios tenía cuando nos lo envió. Vea éstas palabras: "Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales NO están escritas en este libro". ¿Si eran tantas y tan grandes, cuál es la razón por la cuál Juan no las escribió?.

Precisamente porque eran señales tan grandes y tan impresionantes que seguramente hoy, con mayor razón, estaríamos tratando de emular dichas señales haciendo pasar a Jesús por el mago de magos. No creamos a un líder que llama al altar diciéndonos que si nos acercamos a Jesús: "Todos nuestros problemas se acabarán". Sigamos a un líder que nos llame diciendo: "Si te acercas a Jesús, tendrás problemas y quizás más grandes que los que hoy tienes... pero Jesús estará a tu lado para ayudarte a solucionarlos". Meditemos.

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