jueves, 22 de septiembre de 2011

El sagrado vínculo del matrimonio.

Cuando Dios creó al hombre, lo creó, como se diría en el lenguaje actual de la comunicación, con un chip que dice: "No es bueno que el hombre esté solo" (Génesis 2:18).

Sin embargo, el hombre en el correr de los años siempre ha tratado de cambiar las leyes de Dios. Así, hay religiones y movimientos espirituales que pretenden acallar ese sentir de Dios, al no permitir a sus miembros tomar esposas para sí. Movimientos religiosos han propiciado la homosexualidad, el lesbianismo, la degeneración, ser pederastras, violadores, precisamente por evitar el matrimonio de sus miembros. No era ese el deseo de Dios para con el hombre. Cuando Dios creó al hombre, lo creó con una mujer, y, además aclaró que no había un tercer género (Génesis 1:27). Cuando Dios eligió a un hombre para formar a su pueblo, lo eligió con una esposa, Abraham y Sara (Génesis 12.1). Cuando Jesús vino a ésta tierra y eligió a sus discípulos, todos o casi todos eran casados (Hechos 21:4-5). Cuando Dios establece los lineamientos para formar a las congregaciones que conforman Su iglesia, dice textualmente: "Si alguno desea obispado (servir al Señor), buena cosa desea... sea pues irreprensible y esposo de una sola mujer" (1era. Timoteo 3:1).

Como vemos, el requisito no es ser soltero, el requisito es ser casado CON UNA SOLA MUJER (al mismo tiempo por aquello de la viudez). Además agregó: "Vendrán tiempos, en los cuales los hombres apostatarán, escuchando doctrinas de demonios y espíritus engañadores, y prohibirán casarse" (1era. Timoteo 4.1). Meditemos.

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