miércoles, 19 de enero de 2011

Yo quiero ser como Loida y Eunice...

En cierta ocasión Pablo exhortaba a Timoteo para que utilizara el "don" que Dios le había dado, con las siguientes palabras: "Oro por tí, trayendo a la memoria, la fe no fingida que hay en tí, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y luego en tu madre Eunice, y estoy seguro que en tí también. Por lo cual te aconsejo que AVIVES el don de Dios que hay en tí, por imposición de mis manos" (2da. Timoteo 1:4-6).

¿Cuántas veces no nos ha dado Dios una palabra sobre nuestras vidas? ¿Qué estamos haciendo para poner a trabajar el "don que Dios a puesto sobre nosotros? Estamos sirviendo, estamos consolando, estamos intercediendo por otros, estamos ayudando a otros, estamos compartiendo con otros. Todos los que seguimos a Dios en alguna medida hemos sido galardonados "con un don, con un talento, con al menos una virtud". ¿La estamos trabajando o la estamos enterrando? En la parábola de los talentos vemos cómo Dios NO reparte por igual los talentos, las virtudes, los dones, pero a todos nos da algo. Y, es obvio que espera réditos, que espera resultados. El día que él venga en su gloria o que nos mande a llamar ¿Qué le diremos?. Señor, diez me diste, te los devuelvo junto con las ganancias. O, por el contrario le diremos: Señor, sabía que eras un amo duro, y por eso, para no arriesgarme a perderlos mejor los enterré y aquí te los devuelvo.

El sólo hecho de devolver lo que con tanto amor él nos dió... NO LO AGRADA. El desea que trabajemos esos talentos y que produscamos réditos. ¿Cómo se sentiría usted se después de cuarenta, cincuenta o sesenta años de tener su dinero en el banco, el banco le dijera: Don Jaime, Don Salvador, Doña Marina... aquí está su dinero de regreso, pero, sin interéses? !Usted espera REDITOS¡ Pues Dios también. Timoteo produjo réditos, por lo que le enseñaron su madre Eunice y su abuela Loida, seamos un buen ejemplo como ellas. Meditemos.

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