domingo, 30 de enero de 2011

Todos, algún día andamos camino a Emaús.

Nos narran los libros de Marcos y Lucas, que luego de la muerte y supultura de Nuestro Señor Jesucristo, dos de sus discípulos entre los que se encontraba Cleofas, iban desilucionados y tristes hacia Emaús pensando que todo había terminado.

Nos dice el libro de Lucas en el capítulo 24 y versos 13-30 que, Jesús mismo se acercó a ellos y caminaba con ellos, pero ellos simplemente NO LE RECONOCIERON. Entonces Jesús al ver su actitud derrotista les preguntó ¿qué pláticais tenéis?. Ellos, con detalles le contaron lo acontecido en los últimos días, y cómo, aquél que había sido su líder, su guía, su gran esperanza de redención para Israel, hoy, ya era tercer día y seguía enterrado. Aún y cuando unas mujeres nos han contado que ha resucitado. Nuestro Señor Jesucristo caminó con ellos hasta el lugar donde iban a comer, y al bendecir el pan, abriéron sus ojos y vieron que era su Señor.

¿Cuántas veces nos pasa en la vida, que vamos camino a Emaús? Se nos olvida todo lo que Nuestro Señor nos ha hablado y perdemos la esperanza. Es, hasta que él hace un gesto extraordinario en el problema que nos aqueja, que nuevamente abrimos los ojos y nos damos cuenta que EL HA CAMINADO CON NOSOTROS TODO EL TIEMPO. Meditemos.

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