miércoles, 5 de enero de 2011

Las excusas.

No vamos a negar que hay ocasiones en las cuales el no llegar, el llegar tarde, el no poder cumplir con una obligación, es por culpa de otra persona o de un evento ajeno a nosotros, pero, en general sí lo es.

El ser humano conforme ha ido creciendo en obligaciones ha ido creciendo también en determinadas faltas o decadencias, y lo que damos como explicación es una "excusa" en lugar de reconocer nuestra culpa. Casi generalmente esa excusa la damos "para evitar que nos culpen de lo que no hicimos o no haremos". No es nada nuevo. En los evangelios vemos a varias personas dándole a Jesús excusas. Un hombre principal de la sinagoga, cuando Jesús le dice que venda todo lo que tiene, lo de a los pobres, para después seguirle... se va porque era muy rico, esa fue su excusa (Lucas 18:18-23). En una parábola o analogía que Jesús hace del reino nos da otros ejemplos: Un hombre no le quiso seguir porque acababa de comprar cinco yuntas de bueyes y los quería "probar" (Lucas 14:16). Otro más se atrevió a decirle a Jesús: "deja que primero entierre a mi padre y luego te sigo"... pero lo impresionante del caso es que el padre de éste hombre ni siquiera estaba muerto (Lucas 9:59).

En otra ocasión, Jesús confronta a los religisos por no seguirlo, y antes que ellos den alguna respuesta les dice: "y no comencéis a decir dentro de vosotros, tenemos a Abraham por padre" (Lucas 3:8). De todos ellos la escritura es clara al decir: " Y TODOS A UNA COMENZARON A EXCUSARSE" (Lucas 14:18). Hoy, Jesús nos llama. ¿Qué le diremos? Si, o le daremos excusas. Meditemos.

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