jueves, 13 de enero de 2011

No os afanéis por vuestra vida.

Platicábamos con la familia en los días de fin de año lo siguiente: ¿Qué sucedería o cómo sería el mundo si no necesitáramos el dinero para comprar algo? ¿Qué clase de vida llevaríamos si no dependiéramos del dinero? La conclusión no se hizo esperar, no habría guerras, no habría diferencias de clases sosciales, el mundo simplemente sería otro.

Esa es la clase de vida que Dios desea para el hombre, una vida en donde lo primero que esté en su mente y en su corazón NO SEA EL DINERO. Definitivamente no podemos a éstas alturas de la carrera humana, eliminar el dinero para vivir, pero, sí lo podemos poner en un segundo o tercer plano. Si ponemos a Dios en el primero. La familia en el segundo, la iglesia en el tercero, el amor al prójimo en cuarto, y así sucesivamente, vemos relegado el dinero a un término de uso y no de abuso. Jesús sabía eso perfectamente y por ello, en una plática que tuvo con una multitud en la que uno de ellos le dice: "Maestro, dí a mi hermano que parta conmigo la herencia", Jesús aprovecha a decirle dos consejos: Uno, guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre NO CONSISTE en la abundancia de bienes; y dos, NO OS AFANEIS por vuestra vida (Lucas 12:13-24).

Ahora bien, el ejemplo que Jesús expone acerca de NO AFANARSE es al menos para nosotros "impresionante". Mire usted la analogía que Jesús hace acerca del amor tan grande de Dios. "Considerar a los CUERVOS que ni siembran, ni siegan, que ni tiene despensas, ni graneros, Y DIOS LOS ALIMENTA. ¿Por qué decimos que es impresionante? Pues porque si usted lee el libro de Levítico en el capítulo 11 y verso 15, verá que los CUERVOS están catalogados como animales inmundos. Entonces la pregunta es ¿Si Dios cuida así de algo que para él no vale nada, se imagina lo que hará por nosotros que somos sus amados? Meditemos.

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