viernes, 14 de enero de 2011

A muchos... pero no a todos.

El libro de San Marcos nos narra cómo en cierta ocasión al Señor le llevaron a TODOS los enfermos de una ciudad (se cree que era Betsaida de donde eran nacidos Pedro y su hermano andrés) para que los sanara, pero dice la escritura que: Sanó a MUCHOS, lo que implica que no a todos (Marcos 1:32-34).

¿Por qué Jesús si tenía poder no sanó a todos? ¿Acaso su poder era limitado? ¿Acaso no les tenía amor a todos sino nada mas a algunos cuantos?. No. Dice la escritura que Jesús hacía lo que miraba hacer al Padre. Lo que implica que cuando a Jesús le fueron abiertos los cielos el día que Juan lo bautizó, nunca se cerraron para él. Por lo tanto cuando Dios Padre le decía a éste sí, a éste no... Jesús solamente obedecía. Ahora bien, ¿cuál era la razón por la cual no eran sanados todos? Por la misma razón por la cual hoy, no son sanados todos aquellos por los cuales oramos a quienes nos piden oración. DIOS TIENE UN PROPOSITO ESPECIAL PARA CADA PERSONA. Y, lamentablemente, si ese propósito no nos cuesta nada, como buenos humanos NO lo vamos a apreciar. En otras palabras, y, hablando en términos comerciales TODO tiene un precio, y si no lo pagamos, NO lo podemos o NO debiéramos tenerlo.

Es por esa razón que, aún y cuando, oramos por muchas personas todos los días, no todos se curan, no todos consiguen un empleo, no siempre se logran los fines inmediatamente, etc. y, también es esa la razón por la cual siempre cerramos el mensaje diciendo: Dios QUIERA bendecirnos a todos, pues, de que puede, puede, pero ¿lo querrá hacer? Meditemos.

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