lunes, 17 de enero de 2011

Los casados vivan en su propia casa.

La primera institución que los ojos de los hombres vieran fundada fue el matrimonio, y fue fundado por Dios. Y lo fundó con las siguentes palabras: "Por lo tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre,, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne" (Génesis 2:24).

Ahora bien, esto implicaba no solamente que el hombre y la mujer dejarían su casa, sino también que su casa los dejaría a ellos. Nos explicamos, el hombre y la mujer que se casan se desligan de la casa de su padre y de su madre, pero también los padres se desligan de ellos. No implica esto pleito alguno, ni alejamiento por siempre, pero sí libertad, independencia, y cierta lejanía. Quizás por el incumplimiento de éstas leyes de Dios, es el famoso rosario de chistes que vemos entre yernos y suegras, entre nueras y suegras. Este principio lo vemos repetido o aseverado por Dios más adelante, cuando muy claramente le dice a Abraham, lo mismo, pero en palabras MUY entendibles: "Pero Jehová había dicho a Abram: VETE de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, A LA TIERRA QUE YO TE MOSTRARE" (Génesis 12:1).

Lo ideal, a pesar de que hoy en día los costos de la vida son tan altos, es que, una pareja que toma la decisión de casarse, vivan independientemente de sus padres. Que vivan solos, no importan los lujos o las limitaciones, no importa si aquí o allá, pero sí importa que lo hagan solos, por algo es un principio bíblico. Por lo tanto, para la sanidad de la nueva pareja es lo mejor. Meditemos.

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