sábado, 29 de enero de 2011

Y yo no le conocía.

Muchos creyentes estudiamos todos los días por diferentes razones, unos, buscamos conocer más del corazón del Señor; otros, quizás creemos que por el mucho estudio viene más revelación; otros, lo hacemos porque en la iglesia nos dan un patrón y hay que cumplirlo; otros más, lo hacemos por costumbre, etc.

Todos somos cristianos, todos tenemos ganado el "talento" de la parábola que mencionó Jesús, en otras palabras, todos somos salvos. Pero, hemos de entender que las grandes revelaciones de Dios, no vienen ni por leer la Palabra de Dios, ni por estudiarla. Las grandes revelaciones son "inspiradas por Dios a sus escogidos". Para probar lo antierior miremos un ejemplo muy claro, si recordamos el libro de Lucas en el capítulo 1 y verso 36, vemos que María la madre de Jesús (el hombre) era parienta de Elizabet, la madre de Juan el Bautista. En otras palabras, cuando Juan el Bautista era adulto y Jesús también, ambos se conocían porque eran parientes. Sin embargo, en el evangelio de Juan en el capítulo 1 y versos 29-31 leemos: "El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y le dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí, porque era primero que yo. YO NO LE CONOCÍA, mas, para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua".

Hemos de decir que el verbo "conocer" (Eido) utilizado aquí, es distinto al verbo "conocer" que se utiliza en otros versos, que implican "relación íntima", como en Mateo 1:25 (Ginosko). Aquí pues, vemos una "revelación dada por el Espíritu Santo, pues "Eido" implica: discernir, ver más allá de los ojos humanos, descubrir. En otras palabras, Juan el Bautista no supo que Jesús se convertiría ante sus ojos por medio del bautizmo en el Mesías, en el Cristo, en el Hijo de Dios públicamente expuesto... HASTA QUE le fue revelado por el Espíritu Santo. Meditemos.

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