martes, 25 de enero de 2011

No lloréis por mí.

Luego que Jesús fue tomado preso, lastimado, ridiculizado, y condenado a muerte por los romanos a instancias de la clase religiosa judía. Le fue impuesta la cruz como castigo, la cual por estar él tan lascerado no pudo llevar, entonces llamaron a Simón de Cirene para que la llevara por él (Lucas 23:26).

Mientra Jesús caminaba detras de su cruz, mujeres del pueblo que le seguían lloraban y hacían lamentación por él. Pero vuelto hacia ellas les dijo: "Hijas de Jerusalén no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos, porque he aquí vendrán días en los que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientrs que no concibieron, y los pechos que no criaron" (Lucas 23:29). Jesús en ese momento no sólo estaba consolando a las mujeres que sufrían viéndolo sufrir a él, sino nos estaba anunciando otra señal del final de los tiempos. No sabemos en cuántas de las familias que léen éste blog sucede, pero nosotros hemos estado observando en los últimos diez o quince años, cuán difícil les es actualmente a las mujeres tener un parto normal, muchas tienen a sus hijos por cesárea, otras tantas pierden a sus hijos porque la placenta no los retiene, y otras muchas, pero en realidad muchas no pueden quedar esperando un bebé.

Las señales que Jesús dijo acerca del final de los tiempos nos están rodeando, engaños, hambres, guerras, naciones contra naciones, el corazón de los padres contra los hijos y el de los hijos contra los de los padres, corrupción, violencia, engaño espiritual, seudo cristos y seudo cristianos, seudo líderes o líderes corruptos y ambiciosos, esterilidad en las mujers, etc. No lloremos por Jesús, lloremos por nosotros mismos. Meditemos.

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