viernes, 28 de enero de 2011

Cuando el pasado ya no nos alcance.

Todos los humanos cometemos errores, unos grandes otros pequeños, pero el hecho es que cuando esos errores los tratamos con los hombres, casi siempre somos rechazados.

Delante de Jesús estuvieron personas que cometieron errores: Pedro, negó al Señor; la Samaritana, era una adúltera; Zaqueo, era un ladrón. etc. Pero todos cuando esos pecados los alcanzaron delante de los hombres... fueron rechazados. Mientras que cuando estuvieron frente a Jesús... ninguno fue rechazado. El Apóstol Juan nos dice el por qué en su epístola primera en el capítulo 2 y versos 1-2: "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, ABOGADO tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados".

Aquí en la tierra y delante de los hombres, nuestros pecados son una carga enorme que no sólo nos atormentan sino que nos persiguen hasta tarde o temprano alcanzarnos. Pero, si estamos con Jesús, el día del juicio delante de Dios ya no serán una carga nunca. Meditemos.

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