lunes, 15 de noviembre de 2010

¿Por qué no a Dios?

Cuando somos niños tenemos dos clases de tutores sobre nosotros, desde los primeros años a nuestros padres, los cuales no solamente nos enseñan sino nos corrigen cuando hablamos mal, cuando vamos a tocar algo que no debemos porque es peligroso, o simplemente para disciplinarnos cuando se supone ya debiéramos de conocer y entender ciertas circunstancias.

Luego, en los años de escolaridad somos puestos en las manos de nuestros maestros, los cuales siguen enseñándonos, corrigiéndonos, y disciplinándonos pero en otras áreas y materias. La calidad de padres y maestros que hayamos tenido... implicarán la clase de personas que somos hoy, o que serán nuestros hijos. Dios, cuando pasamos a ser parte de su pueblo, también desea enseñarnos, corregirnos, y disciplinarnos, vea cómo lo dice la escritura: "Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?. Y aquéllos (nuestros padres), ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero Dios para lo que nos es provechoso, PARA QUE PARTICIPEMOS DE SANTIDAD" (Hebreos 12:9-10).

¿No debemos pues, estar agradecidos con Dios por las penas, las aflicciones, las enfermedades, la escasez, la limitación, los conflictos, etc. en nuestras vidas, que simplemente representan las LLAMADAS DE ATENCION DE NUESTRO PADRE DIOS? Dios no nos está castigando cuando sufrimos, nos está llamando, nos está enseñando, nos está disciplinando, nos está corrigiendo... pero entendamos... ¡Eso duele!. Por ello es que SU evangelio dice: Toma tu cruz y sígueme. Cualquier otro evangelio es humano y no nos lleva a "participar de su santidad". Meditemos.

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