sábado, 6 de noviembre de 2010

Padre bueno.

Cuando somos niños vemos a nuestro padre terrenal como el super hombre, no hay otro héroe sobre la tierra que pueda alcanzar las proezas que hace nuestro padre. Conforme vamos creciendo nos vamos dando cuenta de las limitaciones, defectos, y aún, errores de nuestro héroe. Eso nos estabiliza con la norma de vida que es el hecho de que nuestro padre terrenal tan sólo es un humano más, aún y cuando nuestro amor y nuestro respeto por él, deben de crecer con el tiempo, sentimos la ausencia de ese héroe.

Pues si bien es cierto que nuestro padre terrenal y nosotros cuando llegamos a ser padres tenemos nuestras fallas, nuestras deficiencias, nuestros errores, y hasta nuestros pecados. También es cierto que podemos llegar a tener un padre celestial que no es así, sino que todas sus virtudes son excelsas y cada día nos conquistan más. Un padre que está pendiente de nosotros, que espera darnos lo mejor, que propicia los momentos para que estemos mejor. Jesús es la provisión que Dios Padre planificó para que podamos llamarle también nosotros PADRE. Dice el libro de Hebreos de la siguiente manera: "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Hebreos 4:16).

Qué precioso que podemos contar con un padre que borra todas las deficiencias, todas las ausencias, y todos los errores que nosotros como padres terrenales hemos cometido o sentimos que cometieron con nosotros. ACERQUÉMONOS, pues, CONFIADAMENTE al trono de la gracia y recibiremos ese socorro. Meditemos.

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