martes, 16 de noviembre de 2010

No ruego por el mundo... sino por los que tú me diste.

Muchas, muchas, pero muchísimas veces hemos escuchado que un predicador, un sacerdote, o algún aprovechado por allí, nos dice: "Que Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios vino para salvar a TODO el mundo". Esta es una mentira del tamaño de la estatua de la libertad. Y no son palabras nuestras, son escriturales.

Jesús, el hijo de Dios hecho hombre; el Cristo, el Hijo de Dios ungido para venir al mundo y ser el salvador de muchos, dijo en la que siempre hemos considerado su oración más importante por el hecho de haberla dicho horas antes de morir. Palabras que están en el capítulo 17 del evangelio de Juan, y que podríamos considerar como: "El testamento hablado de Jesús", veamos. "Padre... la hora ha llegado" (verso 1); "Y ésta es la vida eterna... que te conozcan a tí, el UNICO Dios verdadero" (verso 3); "He manifestado tu nombre... a los que del MUNDO me diste" (verso 6. Y note que aquí el aclara al padre y a nosotros, que no vino por todo el mundo). "No ruego por el MUNDO... sino por los que tú me diste" (verso 9).

Alquien preguntará ¿No fue esa, una oración SOLAMENTE para los 12 discípulos?. La respuesta la da el mismo Jesús: "Mas no ruego SOLAMENTE por éstos (los 12 discípulos), sino TAMBIEN por los que han de creer en mí, por la palabras de ellos" (verso 20). Pablo, le escribió a Tito en su epístola lo siguiente: "Conforme la fe de los ESCOGIDOS de Dios" (verso 1). Roguemos por ser llamados por Dios, cuando nos presentemos delante de EL, que seamos escogidos de El; y luego, cuando nos juzgue, que nos encuentre fieles a EL. Meditemos.

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