miércoles, 17 de noviembre de 2010

¿En dónde estuvo el fallo?

Siempre nos ha impresionado mucho, el hecho de que luego de que Moisés el gran caudillo de Israel lo sacara de Egipto, pueblo enemigo; luego de pasar 40 años en el desierto viendo la gloria de Dios tanto de día como de noche; luego de conquistar una tierra difícil de conquistar, como lo era Canaán con sus siete pueblos guerreros y aguerridos. Todavía Dios envía a un Josué que termina de conquistar la tierra prometida, y la semilla del mal ni aún así se alejó del pueblo.

Vea usted en el capítulo 2 del libro de los Jueces, cómo, narran los primeros versículos la historia rápidamente: "Porque ya Josué había despedido al pueblo, y los hijos de Israel se habían ido cada uno a su heredad para poseerla" (verso 6); "Y el pueblo había servido a Jehová, todo el tiempo de Josué" (verso 7); "Pero murió Josué, hijo de Nun" (verso 8); y el remate, el verso 10: "Y toda aquella generación también fue reunida a sus padres (se refiere a la generación de Josué y los ancianos). Y se levantó después de ellos OTRA generación que NO CONOCIA A JEHOVA, ni la obra que él (Jehová) había hecho por Israel". ¡Qué pena! ¡Qué tristeza! ¡Qué lamentable! Que una segunda generación SE PIERDA, por no conocer a Dios. ¿Qué falló?

Creemos, luego de analizar la historia que no fue un qué falló, sino más bien quién falló. No pudieron fallar Josué y los ancianos de su generación. Pues si usted analiza su vida, verá que fueron fieles al servicio a su Dios, y por lo tanto, educaron a la segunda generación. Simple y llanamente, fueron los jóvenes de la segunda generación los que RECHAZARON la educación que les dieron acerca de Jehová su Dios. Fue el ímpetu de la juventud, los quehaceres mundanos de la juventud lo que hizo que se perdieran. Oremos por nuestros jóvenes, oremos por nuestra segunda generación, y por sobre todo, DEMOSLE EJEMPLO A NUESTRA SEGUNDA GENERACION. Meditemos.

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