sábado, 2 de octubre de 2010

Y castigaré su maldad.

Como el pueblo de Israel miraba que cada vez que después de hacer el mal, se arrepentían, y Dios los perdonaba, y ya no traía sobre ellos el mal que había profetizado, entonces repetían su pecado. Hasta que ya fue demasiado tarde.

Avanzado el tiempo del ministerio de Jeremías, Dios le dice que advierta al pueblo que será castigado por su maldad, la advertencia fue así: "Y castigaré su maldad en él, y en su descendencia, y en sus siervos; y traeré sobre ellos, y sobre los moradores de Jerusalén y sobre los varones de Judá, todo el mal que le he anunciado y no escucharon" (Jeremías 36:31). Y muchos del pueblo no creyeron las palabras que escucharon y no sólo no se arrepintieron sino que no fueron al cautiverio, y ellos, los que no quisieron arrepentirse e ir cautivos murieron. Hoy, no hay mucha diferencia entre ese pueblo y el pueblo de Dios. Muchos somos los que creemos que podemos ir pecando por allí, hacer un acto de contrición, pedir perdón, y luego de recibirlo, esperar el momento para volver a pecar.

No, no funciona así en los caminos del Señor. Ciertamente la Palabra de Dios dice que "de todas sus caídas, Dios levantará al justo", pero, le ofendemos grandemente si caemos voluntaria o intencionalmente. En otras palabras, no podemos jugar con Dios. Sodoma y Gomorra son ejemplos antiguos. Hoy también hay ejemplos que por prudencia no se mencionan, pero las inundaciones, los maremotos, los terremotos, etc hablan por sí solos. Meditemos.

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