domingo, 3 de octubre de 2010

Espero ir a vosotros, pero no ser gravoso.

La escritura nos habla de dos clases de personas dentro de la congregación de Dios, los que dan y los que reciben. Dentro de ambos grupos hay a su vez dos grupos de personas, las que dan por obligación y las que dan con gusto (2da. Corintios 9:7). Y, entre las que reciben también existen dos grupos de personas, las que se esfuerzan pero la vida les niega la prosperidad, y las que muy a propósito se acostumbran a poneer la mano (2da. Tesalonicenses 3:10).

Pablo nos exhorta a que seamos de los mejores en ambos grupos, o sea, no sólo que seamos de los que dan y no de los que reciben, sino que seamos de los que dan con el corazón alegre y a manos llenas. El mismo practicó dicho consejo, lo vemos en el libro de 2da. Corintios en el capítulo 12 y verso 14, cuando les dice que hace mucho que ha estado planeando irlos a ver, en tres ocasiones para ser exactos, pero que se le ha dificultado, sin embargo en cuanto pueda y junte lo necesario lo hará, pues no quiere en ninguna medida serles "gravoso", en otras palabras no quiere ser una "carga económica para ninguno", quiere ir y bendecirlos.

Ese debe de ser el ideal de cada creyente, SER UN DADOR, Y SER UN DADOR ALEGRE, no para que los demás lo admiren, sino para ser y dar testimonio y para agradar el corazón de nuestro Dios. Meditemos.

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