sábado, 16 de octubre de 2010

Nada sucede sin que Dios lo autorice.

Si estuviéramos conscientes de que cada suceso en la vida de todo hombre es autorizado por Dios, nuesta vida sería más sencilla y no viviéramos en los momentos buenos, orgullosos; o en los momentos malos, angustiados o defraudados.

Es Dios, según nos dice Su palabra, quien permite cada uno de los eventos en nuestra vida, mire lo que dice Lamentaciones en el capítulo 2 y verso 17: "Jehová ha hecho lo que tenía determinado; ha cumplido su palabra, la cual él había mandado DESDE EL TIEMPO ANTIGUO". Mire lo que dice Jeremías en el capítulo 4 y versos 37-38: "¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor NO MANDO? ¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y lo bueno?. Mire usted un tercer ejemplo, ¿Quién fue el que puso en el ruedo de la aflixión a Job? Mire el diálogo entre Dios y satanás: "Y dijo Jehová a Satanás: ¿No has CONSIDERADO a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y aparatado del mal? (Job 1:8).

No hemos querido entender o nadie nos ha explicado, que somos piezas en la mano de Dios. Que somos SU obra, y que él la moldea como él quiere no como nosotros queremos. Entonces, si estamos bien, ¿De qué nos gloriamos, si fue él quien nos puso allí? y, si estamos en una condición que nos nos gusta ¿Por qué nos quejamos? El sabrá, a su tiempo, cambiar las situaciones de nuestra vida. Quizás sea, cuando hayamos aprendido las lecciones que solamente EL sabe que tenemos que aprender? Meditemos.

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